Esta pequeña pero poderosa palabra llamada “amor”, es grandiosa y compleja de explicar, de resumir y entender. Una palabra con 4 letras, tiene el poder de cambiar nuestro mundo, interno y externo, puede sanar y transformar.
Hay tantos tipos de amor, todos hermosos y valiosos, otros impactantes, llenos de vida y alegrías, reveladores y apasionantes, en fin, un sinnúmero de adjetivos, verbos y demás.
Aparece como el tema favorito en la música, la ciencia ha intentado descifrarlo, la gente vive queriendo encontrarlo y el mundo cada día lo necesita más.
Yo quisiera hablarles desde mi experiencia, quizás no tan amplia, pero intento ensayar una nueva perspectiva, de lo que empiezo a entender como “amor en pareja”. Una vez escuché que “el amor es la fuerza más poderosa, capaz de curar y trascender mundos”, creo que es real, si empezamos desde nuestro “yo”, ya que el amor entrega felicidad y energía, no obstante, es primordial entender de qué mismo va.
La música lo muestra en su mayoría como ese drama de parejas, como esa consecuencia de desilusión y poco más intento de suicidio, cuando se acaba. Afortunadamente se trata solo de algunos tipos de música, pero desafortunadamente, también se convierte en un referente y casi casi una verdad, haciéndonos creer que así es el amor.
Junto a un grupo de gente maravillosa donde el “desamor”, nos llevó a conocernos, he podido iniciar un proceso de descubrimiento y nuevo matiz.
Este gran hallazgo, me mostró que definitivamente el amor empieza con uno mismo, para estar lo suficientemente llenos y convencidos de que, después de amarnos a nosotros mismos, podemos amar a alguien más.
El amor en una perspectiva diferente
En esta mirada diferente, cruda, real y a la vez tan de sentido común, veo que hemos confundido amor, con dependencia emocional; hemos confundido amor con enamoramiento; hemos batallado con desencanto y sufrimiento, culpándole al amor por haberse marchado, cuando ni siquiera había llegado.
La manera y formas en cómo hemos sido educados pensando que el amor perfecto existe y que es algo que desesperadamente se debe buscar, no nos ha provocado, sino un gran desconcierto. La trillada frase de la “media naranja”, nos instauró un chip que nos hace vernos y sentirnos como incompletos, como seres insuficientes, que solo lograremos estar completos, cuando encontremos a alguien.
El amor, pese a su inmenso significado, se ha convertido en una palabra desgastada, comercial, sin sentido, producto de un melodrama social. La verdad es que el amor es una decisión y una construcción, que implica trabajo diario y voluntad, esfuerzo y compromiso.
Ver al amor como la necesidad de que el otro me dé lo que yo no puedo darme a mí misma, definitivamente es la primera señal de fracaso, de un sentimiento que no es amor, ya que el amor no es sacrificio, no es cambiar al otro. El amor es disfrutar lo que el otro tiene para dar.
El amor es autonomía, independencia y libertad; y cuando dije que empieza con uno mismo, significa no solo darte a ti todo lo que crees que mereces, sino hacerte cargo de todo lo que necesitas, sintiéndote completo, para partiendo de ahí, poder decir con sensatez y recibir con alegría, esas dos palabras que hacen vibrar al ser humano: “te amo”.
El amor es como una relación de negocios…
Escuchaba una charla el otro día, que explicaba al amor desde la oferta y la demanda, así tal cual una relación de negocios. Entonces me pregunté ¿cuántas veces podemos hacer este ejercicio, para construir relaciones sanas y duraderas? Pues, si mi oferta de amor, no es correspondiente con la demanda que puedo tener, estará destinado a ser una transacción fraudulenta, sin beneficios. Por lo contrario, si tanto oferta como demanda son consecuentes y equilibradas, el trato puede llevarse a cabo con éxito.
En mi proceso de aprendizaje, estoy descubriendo que el amor se trata de expandir nuestra consciencia a otro nivel, donde tengamos la capacidad de emocionarnos por todo lo que significa compartir nuestra vida junto a una persona, para comprometernos desde la libertad y la elección propia, para no vivir desde la insuficiencia, desde la infidelidad, desde la duda o el miedo, ya que donde hay todo eso, simplemente no hay amor.
Quizás una de las cosas más reveladoras, ha sido descubrir esto de la dependencia emocional, como un tema fundamental a la hora de construir una relación sana con alguien, de querer ser y expresar amor. Y desde esta perspectiva hice una pregunta crucial: ¿Para qué le serviría a nuestro propio proceso de evolución compartir nuestra vida con alguien?
La respuesta fue rotunda: nuestro bienestar depende de lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, no de lo que los otros “deberían cambiar”, para que yo esté en paz o en felicidad.
Vivir una vida sin amor, no le hace sentido a nuestros días. Si somos capaces de reconocernos en el otro, desde nuestros propios vacíos y dependencias emocionales, para tener la fortaleza de sanarlos y saber que tenemos en nuestro interior, todo lo que necesitamos para ser felices aquí y ahora, es la prueba de amor más grande, que podemos darnos a nosotros mismos.
El amor nos transforma
Gracias a esas personas que constantemente nos muestran lo que debemos sanar y transformar, es que podemos evolucionar. Ningún conflicto se resuelve desde la imaginación, sino solo desde la confrontación, ya que la fe sin obras es fe muerta.
Agradecerle a esa pareja que tuvimos, por todo lo que nos enseñó sobre nosotros mismos, muchas veces a través de la carencia, del apego y la dependencia, para transmutarlo, es poder estar en paz y empezar a trabajar en el amor, un amor sano, fuerte y seguro.
Entonces desde mi actual filosofía, no dejo de pensar en todos esos momentos vividos que sin lugar a dudas me fueron dados como un regalo, que solo ahora puedo entender y valorar.
Ahora es cuando empiezo a ver que el amor inicia con el reconocimiento y valoración de uno mismo, que cuando llega una pareja, se construye día a día, con decisión, fuerza y valentía. He sentido profundamente la convicción de que las almas se eligen siempre, para ayudarse a vivir y experimentar la vida humana, para encontrar el camino de volver siempre al amor.
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