Cada 8 de marzo se conmemora el día internacional de la mujer, una fecha para recordar la proclamación de derechos, la igualdad y la libertad femenina.
Entre la lucha social y la conquista de esos derechos, algunas cosas definitivamente han cambiado y otras no tanto. A las mujeres se nos han atribuido no solo calificativos de todo tipo dependiendo de las circunstancias, sino ciertas características que pareciera que fueran innatas, pero en la práctica son poco sensatas.
El conocido multitasking, o multitarea (en español) es una “cualidad”, que se ha asignado en el ámbito de lo privado (familia) principalmente, a las mujeres y no solo de parte de los hombres, sino que son las mismas mujeres quienes se sienten orgullosas de ello.
Pero analicemos un poco más allá esta palabra. El multitasking, hace referencia a una persona multitarea, capaz de realizar dos o más tareas de forma simultánea y efectiva, lo que, salvando las distancias, sería algo parecido a lo que hace un ordenador. Yo diría que, tras este significado, hay mucha realidad en lo vivencial, y lo más cuerdo, sería mirar la inmensa carga depositada alrededor de ello.
Mujeres multitasking…
Con la proclama de derechos y la igualdad ante la ley, hombres y mujeres compiten por espacios de representación, mejores salarios, poder, reconocimiento personal y profesional, pero yo creo que para las mujeres siempre habrá diferencias, que vienen dadas no solo por su condición física o social, sino por esa aceptación silenciosa y hasta con vanidad, de lo que implica en la vida práctica, ser “multitasking”.
Hablar del multitasking hoy en día, es motivo de análisis en temas de afección psicológica, desgaste físico y emocional. Probablemente un gran porcentaje de la población femenina ha pasado por el multitasking, haciéndolo ver como una “ventaja” que el género femenino tiene sobre el masculino, que incluso a veces se siente como una cierta superioridad de mujeres sobre hombres, pero si reflexionamos sobre el costo vs. beneficio del multitasking, yo diría que el precio es elevado.
Hace tiempo tomaba un curso de arte, donde hablábamos acerca de la importancia que tiene en la vida de las personas, los espacios para relajarse, combatir el estrés y el desgaste mental y emocional. Nos parecía graciosa esta “capacidad” de las mujeres para hacer más de tres y hasta cinco cosas a la vez.
Tratando de ejemplificar, el multitasking en un día común por la mañana, refleja no solo hacer el desayuno para la familia, preparar refrigerios y almuerzos, alistar a los chicos para salir a la escuela, sino pensar en los víveres que hacen falta en casa, el pago pendiente de los servicios básicos, no olvidar hacer la cita médica, sacar la basura, dejar todo limpio y arreglado para el retorno a casa en horas de la tarde y hacer un check list mental de los temas para la reunión en el trabajo. Apenas amaneció y todo este párrafo aquí descrito, sucedió no solo en acciones, sino en la mente de una mujer en fracciones de minutos.
Se ha comprobado que el multitasking es una forma de generar estrés, tensión y desgaste, sin embargo, las mujeres lo hemos asumido como una “virtud” de nuestro género, lo que, sin darnos cuenta, ha puesto en segundo plano, la verdadera atención a nuestras propias necesidades y deseos. Incluso ha discriminado las capacidades de los hombres para resolver tareas del hogar, de la familia y profesionales.
Cada vez que las mujeres presumen con orgullo, el ser multitarea, empiezan a sepultar su salud mental y emocional, pues queda relegada la atención a sí mismas, el momento en que se convierte en el “modus vivendi”.
Entre los mayores desafíos de cambio y evolución personal diría yo, está el dejar de querer controlarlo todo y complacer a los demás, lo digo por propia experiencia, que si de algún lugar nace el multitasking es de ahí.
Conmemorar los derechos sociales en el ámbito público, no significa dejar de reconocer también, que existen derechos hacia el ámbito privado por así decirlo, donde las mujeres tenemos la responsabilidad de reconocer que, para lograr un mundo mejor y una sociedad más tolerante y equitativa, es fundamental empezar por una misma.
Afortunadamente, cada vez, hay más espacios para la realización y el disfrute personal de las mujeres, donde pueden hacer lo que les gusta, dándose el permiso para ser y sentir. Aflojar el control de las cosas y permitir que los hombres hagan y aporten en el espacio privado y público por supuesto, que se equivoquen y que las cosas no sean color de rosa, es un derecho también de las mujeres, a poder tener salud y equilibrio, paz mental y emocional.
Dejar que los otros cometan errores, también es una oportunidad para ofrecer aprendizajes, dejar de querer complacer a los demás y tender a la perfección, es una responsabilidad hacia una misma, para mantener la paz mental y emocional.
Entonces, a propósito del 8 de marzo, invito a que las mujeres podamos soltar el control, fluir con lo que realmente desea nuestro ser y a decir en voz alta, que para estar bien con las personas que amamos y el entorno que nos rodea, es necesario aprender a estar bien con nosotras mismas, en nuestra salud física, mental y emocional.
Que el multitasking no sea disfrazada como una cualidad, que en realidad desgasta a la corta o a la larga la salud de las mujeres. Aprendamos a decir lo que sentimos, a comunicar lo que nos preocupa y a disfrutar de lo que realmente nos hace únicas y especiales.
Que en esta nueva era, podamos romper con todas esas creencias limitantes acerca de lo que es ser, sentir y hacer como mujeres.
Pienso. Creo. Escribo.
Buen análisis Pau, mucho por construir
Linda reflexión,👏debo buscar por dónde empezar con ese cambio de mentalidad.🌹
Una reflexión necesaria para poder tomar en cuenta que todo el trabajo y la carga mental no nos debería pertenecer solo a nosotras
Así es! Es necesario encontrar ese equilibrio.
Desde lo que pienso. El cuidado de mi vida es el camino para servir a la humanidad. Gracias Pauli por aporte.