Los cuatro acuerdos, dichos por Miguel Ruiz en su libro que lleva precisamente ese nombre, resuena con el desafío que implica ir tras una mejor vida, en el sentido del desarrollo espiritual y personal.
La vigencia de sus palabras es impresionante, así como el hecho del desafío que los 4 acuerdos presentan en todas partes, momentos y espacios por donde vamos y a los que pertenecemos.
1. Honrar tus palabras…
Este primer acuerdo invita a tener un encuentro práctico con la coherencia, con la lealtad hacia uno mismo y por ende hacia el entorno que nos rodea. Es quizás uno de los grandes desafíos de la humanidad, honrar con acciones reales eso que decimos con las palabras.
Ser congruente entre lo que decimos y hacemos.
2. No tomarse las cosas de manera personal…
Casi siempre vamos por la vida creyendo que todo lo que sucede, nos viene con dedicatoria. En los espacios laborales, familiares, sociales y afectivos, creemos que todo gira alrededor de nosotros, como si cada cosa que pasara, fuera exclusivamente puesta para afectarnos. Es parte del ego creer que todo está dirigido hacia nosotros mismos.
Es complejo salir de esa burbuja de pensamiento, más aún cuando estamos rodeados de jerarquías, ambientes dañinos o por lo menos bastante desgastados, ya que creemos que todo se trata u ocurre para “hacernos la vida a cuadritos”.
3. No suponer…
Definitivamente es más fácil suponer lo que queremos vs. acercarse y preguntar. Gran cantidad de veces ocurren las cosas más locas posibles, cuando nuestra mente decide hacer suposiciones y sacar erróneas conclusiones.
4. Hacer lo mejor siempre…
En este cuarto acuerdo, creo que obrar desde el alma y el corazón sincero, puede ser un buen camino para lograr hacer lo mejor siempre, quizás la brújula que puede mostrar ese camino, sería hacer las cosas sin lastimar a nadie, sin dañar, ni ofender.
¿Por qué hablo de estos cuatro acuerdos hoy?
El espacio que me acompaña, me lleva a reflexionar sobre estos cuatro acuerdos que, sin lugar a dudas, conducen a la paz y la tranquilidad, sin embargo, de la simpleza con que se presentan en este escrito, es muy complejo lograr este equilibrio, al momento de ponerlos en práctica.
Definitivamente veo y soy parte por supuesto, de la complejidad que implica llevar en la vida práctica la vivencia de estos 4 acuerdos. Basta con ponerse a prueba, en la singularidad de un momento de discusión, de un desentendimiento laboral, de un reproche familiar, para ver que no somos capaces de lograrlo.
La mayoría de veces nos encontramos, si no a la ofensiva, por lo menos a la defensiva y eso viene desde el instinto mismo de supervivencia, pues nos importa más tener la razón, mentir para no quedar mal y ser parte del grupo, para que la pareja no nos deje o nos hagan a un lado; intentar tener la razón siempre y si ahí no hay algo que implique hacer lo mejor siempre, ya queda todo relegado.
Me pregunté entonces, cómo es que la humanidad es tan majestuosa e increíble, capaz de crear, pero también de destruir. Cómo es que a veces todo puede ser visto como un milagro en la vida y otras veces como un tormento.
La elección siempre será nuestra.
Si estas palabras fueron escritas en un libro, por un ser humano como lo es Miguel Ruiz, quiero pensar que es posible ponerlas en práctica, no sé si todas al mismo tiempo, pero sin lugar a dudas el desafío de ser mejores cada día, está planteado.
No sabría decir, cuál de estos 4 acuerdos es el más difícil de llevar a cabo, pero si puedo creer que podemos hacer un testimonio vivencial progresivo de ellos cada día.
Un acuerdo más…
Cuando me levanto por la mañana, pienso que cada día es una nueva oportunidad, de hacer mejor la cosas, que en el día anterior. Creo que cada día es un regalo, aun cuando estemos lidiando con las batallas más complejas en nuestro interior.
Un día conocí a alguien que estaba muy cerca de cumplir estos 4 acuerdos y los llevaba a cabo casi todos al mismo tiempo. Nunca se lo dije, pero estoy segura de que en algún punto pude transmitírselo.
Entonces, desde esta perspectiva yo añadiría un acuerdo más: ser feliz por convicción. Cuando te preguntan ¿eres feliz?, qué es lo primero que viene a tu mente. Cuando a mí me hicieron esa pregunta, me quedé pensando en la definición conceptual de la felicidad, antes que dar una respuesta. Felicidad, es una palabra que podría tener miles de significados y a la vez uno que creo podría ser algo universal: sentirse pleno con uno mismo.
Como dicen por ahí, “la felicidad se vive de la piel para adentro” y creo que es tan acertado, ya que implica estar en paz, con quienes somos, más que con lo que hacemos, sentirnos alegres con el significado que le damos a las cosas, vivir en armonía con lo que decimos, creemos, pensamos y sentimos.
Estos cuatro acuerdos y uno más, pueden ser una pieza clave para que todo mejore, para que la vida de las personas y los ambientes que compartimos, sean más ligeros y podamos ver lo esencial de nuestra existencia.
Estar de acuerdo, con los 4 acuerdos y uno más, podría ser el motivo de abrir nuestra consciencia, de dar un paso hacia nuestra propia evolución, ser más generosos con nosotros mismos y encontrar paz con la mayoría de cosas por las que transitamos.
Pienso. Creo. Escribo.
0 comentarios