Mi hijo decía: ¡sin mi no podrías celebrar el día de la madre! efectivamente, tiene razón, esta es una misión y una celebración en equipo, que no sería posible sin haber pasado la experiencia de maternar.
Como lo dije en la conmemoración anterior, hay madres de todo tipo, las biológicas, las que lo son por convicción, por adopción, por elección y las que cumplen ese rol aún sin haber sido madres persé, todas ellas son dignas de reconocimiento por su entrega y afecto que brindan cada día, ya que la experiencia de acompañar desde el corazón, a un ser humano en su crecimiento, y evolución, explica cómo la maternidad puede ser vista en una de sus más desafiantes facetas.
En la víspera del final de un ciclo en la vida de mi hijo, no deja de asaltarme la duda y la incertidumbre, quizás una de las más duras, es permitirle que abra sus alas para que aprenda a volar, sin miedo a que pueda ser lastimado. Reconocer desde la práctica, que la labor de los padres es volvernos cada vez menos necesarios en la vida de nuestros hijos, es abrumador, no obstante es la ley de la vida.
Acompañar el crecimiento de los hijos, es una tarea para la que nunca nadie nos prepara, para la que no se hace una licenciatura o un posgrado, sin embargo la experiencia llega a otorgarnos una maestría.
Si de aprendizajes, desafíos y retos se refiere un capítulo de nuestra vida, definitivamente la maternidad, se llevaría más de un tomo o enciclopedia.
Ser mamá es uno de los momentos más fuertes, que nos transforman desde dentro hacia fuera, que se traduce en profundas lecciones y sabiduría. Esta es la profesión en la vida, por así decirlo, en que primero te gradúas y luego aprendes la carrera; ya que el primer momento es la llegada de los hijos y luego se aprende la crianza y acompañamiento.
Desprendernos sanamente de los hijos, se convierte en un momento de angustia que no solo pone a prueba la confianza y enseñanzas que les hemos dado.
El día de las madres es poderosamente emotivo, por todos esos sentimientos y emociones que conlleva, hay recuerdos maravillosos, alegres, tristes y cosas que marcaron esa relación con nuestra madre y por supuesto en la vida de los hijos.
Poder establecer un vínculo con los hijos, lo suficientemente fuerte, para sobrellevar los desafíos en la vida y determinar su energía como adultos, es una tarea maratónica, nada sencilla, pero tiene sus recompensas. Yo diría que lograr hacer “clic» con los hijos es tan solo el primer paso.
Si de algo podemos estar seguras quienes somos madres, es que en un momento dado nunca imaginamos cómo sería una vida con hijos y luego con el paso del tiempo no imaginamos una vida sin ellos.
Felicidades en este día de la madre, que es la oportunidad para recordar que por más que crezcan los hijos, siempre podremos ser ese lugar seguro al cual puedan acudir y volver.
Doy gracias a la vida por haberme escogido a mi, para verte crecer.
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