Acabo de leer un texto maravilloso y a la vez me causó cierto espeluzno: “El poder de tus pensamientos, es mucho mayor de lo que puedes imaginar”. Dicho por Ruth Nieves en uno de sus libros.
Aseguran los entendidos en la materia, que el maestro solo llega cuando el alumno está listo y es por eso que creo que este texto inspirador llegó a mí, para regalarme infinitas reflexiones.
He pasado por unos meses de gran intensidad y agotamiento mental y emocional, muchas cosas suceden a veces de manera determinante, que asustan, los cambios son así, pero la verdad es que la vida sería muy aburrida, si nada de ello pasara. A veces necesitamos que cosas fuertes nos ocurran en la vida, para sacudirnos y evolucionar.
Hoy repaso una vez más, desde la consciencia, que definitivamente nuestro cuerpo escucha cada pensamiento que le enviamos, es fuerte y si tenemos la oportunidad de alinear positivamente a estos dos actores en nuestra vida: mente y cuerpo, seremos indestructibles. Sin embargo, es abrumador, cuando la causa de nuestra angustia y hasta enfermedad, resultamos ser nosotros mismos, con nuestros pensamientos.
Como bien expresan: “no mires hacia fuera, sino hacia dentro”, y encontrarás todas las respuestas, la salida y la solución. Se dice fácil, pero resulta más retador de lo que podemos creer. Entonces sentí que una trilogía sería la mejor combinación y es por eso que en medio de todo esto, recurrí a mi espíritu (cuerpo, mente y espíritu).
Un alto nivel de estrés…
El estrés en cierto grado es sano y necesario, porque nos permite hacer cosas, protegernos y sobrevivir, no obstante, cuando ese estrés se traduce en algo demasiado fuerte, que empieza a afectar la salud física y emocional, necesita que nos prestemos atención inmediata y replanteemos nuestro actuar, para volver a nuestro centro.
Enfrentarnos a nosotros mismos, desde nuestros miedos y dudas, aceptando lo que sentimos y sosteniendo lo que ello significa, es tremendamente fuerte, porque requiere de gran cantidad de energía, valentía y fortaleza. No es un camino sencillo, ya que siempre optamos por rodearlo, por evitar el dolor, “por fingir demencia” como suelo bromear, pero como explican los entendidos en este tipo de cosas, el único camino es a través y no alrededor; es decir, hay que atravesar las dificultades, sentir la incomodidad y el dolor, para poder superarlo, vencerlo y transcender en ello.
“Quien tiene la capacidad de curarse eres tú, cuando cambias tus hábitos mentales, emocionales y físicos”
Resulta alentador, asumir desde la práctica que nuestra mente tenga el poder de sanar nuestro cuerpo y emociones, creo que ese es un poder oculto muchas veces, que subestimamos, pero que vive dentro de nosotros, aunque no siempre hagamos que juegue a nuestro favor.
Y es que el cerebro es físico, pero la mente es energía, que atrae vibración y genera emociones. ¿Cuántas veces les ha sucedido que algo en lo que pasan pensando y que quieren evitar con todas sus fuerzas, termina ocurriendo? Pasa cuando le damos la fuerza y el poder.
Hoy sé que pensar demasiado si produce dolor, que sentir no es peligroso, que el verdadero poder radica en nosotros mismos, pero que, si las emociones nos rebasan y desbordan, está bien pedir ayuda y apoyo a quienes nos aman.
Como decía Albert Einstein: “Locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes” y es por eso que creo que, si de tener la mente ocupada se trata, que sea con ideas sanas y positivas, que nos puedan curar de todo aquello que enfermamos, que nos recuerden quiénes somos, el valor que tenemos y lo grandiosos que somos.
¡Por esa mejor versión de nosotros mismos, única e irrepetible!
Pienso. Creo. Escribo.
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