La vida se compone de momentos y experiencias, está hecha de fragmentos que son parte de un todo, algunos de ellos impactan y traen recuerdos, otros ayudan a imaginar posibilidades y nuevos escenarios.
Son estos momentos los que me han inspirado a escribir, para compartir ese sentir que despierta los sentidos y las emociones. Acuño la frase de Saramago, “Yo no decido sobre qué escribir, yo espero a que algo suceda”, sin embargo, hay ocasiones en que no esperamos a que nada suceda y de pronto solo sucede. Desde este contexto, la vida nunca deja de sorprendernos.
Lo cierto es que el universo nos pone a las personas, a las circunstancias e incluso a objetos en nuestro camino, para comunicarse con nosotros, para protegernos y para que descubramos cuál es el mensaje que nos quiere dar. Nada de ello es coincidencia o llega sin sentido. Es vital reconocer que la energía que emanamos, se encarga de acercar todo lo mencionado antes.
Y así es como me llegó un mensaje inesperado, en medio de la trivialidad, como un regalo directo al corazón.
Alinear la energía y los más profundos deseos, aquellos que vienen de nuestro ser espiritual, puede traernos sorpresas. En mi búsqueda de inspiración, recibí el mensaje de cariño que mi alma tanto anhelaba, desde el plano en el que ahora se encuentre mi abuelo.
Lo más impactante de un suceso como este, es reconocernos tan efímeros en la inmensidad de probabilidades, incluso de aquellos fenómenos que no podemos entender o explicar al cien por ciento. ¿Cómo saber entonces de qué o quién se trata? Es simple, el corazón siempre lo sabe.
Para quienes aún estamos experimentando la vida terrenal, es gratificante poder recibir estas muestras llenas de paz y armonía, mensajes que sanan con amor. Bien dicen que el que busca, encuentra. A veces ese encuentro viene envuelto de energía y magia divina.
Es fascinante cuando en medio de la tormenta llega la calma, por así decirlo en un sentido figurado y justo aquello que nos sorprende, es el mensaje que encaja en el estado anímico que llevamos, que nos eleva y nos conmueve profundamente.
La vida pone frente a nosotros, todo eso que nuestra alma ansía y necesita, solo basta con aprender a mirar esos regalos que nos ofrece día a día.
Gracias abuelo L. por tu mensaje. Estás en mi corazón siempre…
Pienso. Creo. Escribo.
Muy muy lindo me hizo llorar
Muy muy lindo me hizo llorar ser afortunada de recibir un regalo así de tan lejos y tan cerca a la vez.