Ser congruente en el día a día, es no solo un acto de amor propio, sino la posibilidad de ver transformada nuestra vida. Esto significa que podemos exteriorizar lo que llevamos dentro, sin enfrentar mayor conflicto y sin miedo a engañarnos a nosotros mismos, pues, aunque parezca increíble, sucede.
Cuando hablo de congruencia, me refiero a una de las reflexiones más intensas que intento poner en práctica: alinear lo que sientes, piensas, dices y haces. Exactamente en ese orden. Esto significa lograr cambios importantes y profundos, para estar en paz, alcanzar la armonía y la felicidad.
Lograr sincronía, entre estos verbos: sentir, pensar, decir y hacer, es entrar en metamorfosis, que lleve a la evolución de consciencia, crecimiento y sensatez en nuestra existencia.
Lo que la vida nos pone en frente muchas veces lo miramos con asombro, con tristeza, con ironía, con alegría y acierto, pero todo dependerá de ese buen ojo o mirada, para entender y aceptar que, todo lo que nos sucede, llega para hacernos evolucionar y crecer.
Me preguntaba en estos días, sobre ese desafío de congruencia a la hora de enfrentar y decir las cosas, de encarar lo que uno lleva sintiendo, de tomar decisiones, pero sobre todo de reconocer cómo cada cosa nos impacta en su punto exacto.
Muchas veces nos rodea el victimismo de los demás y el propio, la inconsciencia y el miedo. ¡Qué gran reto es rendirse ante lo que ya no va más en nuestra vida!, comprender que dimos lo suficiente y aceptar que una vivencia o experiencia ya nos dio todo también. Lo más fácil en este punto, es aferrarse, lo más cómodo es quedarse ahí, pero lo más duro es afrontar el quiebre, reconocer, salir de eso y decir “hasta aquí”.
La mayoría de veces nos aferramos a una experiencia o circunstancia, entiéndase a esta como: trabajo, relaciones, rutina, etc., y por supuesto el termómetro, para saber que es hora de salir de ahí, es sentir que ya no estamos siendo felices.
El momento clave para “Rendirse”, tiene que ver con la capacidad que desarrollamos, para lograr ser felices, para soltar y permitirse a uno mismo esa transformación. Cómo saber ¿cuándo hacerlo, pese a lo que uno siente? Simple y complejo: cuando los costos superan por mucho los beneficios, es lo que explican los entendidos en el tema y ahí es cuando en medio de esta odisea emocional, la incongruencia, nos arrasa brutalmente, para mostrarnos que es hora de evolucionar y trascender esas experiencias.
Y es que la incongruencia en nuestra vida, siempre nos pasará factura, cuando aspiramos a ser alguien, pero nuestros actos nos alejan de eso, nuestros pensamientos nos acosan y los sentimientos y palabras, no van acorde, ni nos traen armonía.
En esta conjugación de 4 verbos diferentes, pero consecuentes, les pregunto, ¿cuánta congruencia hay en su vida?
Pauly, cuán acertadas son tus palabras y me ponen a pensar y pensar…
Te abrazo a la distancia!. Gracias por tu lectura.