Así como en un relleno, hay cosas que te gustan y otras que no, puedo comparar a este primer mes que pasó del 2022, con la diferencia por supuesto de que, en el relleno, podría escoger qué me gusta y qué no, en la vida no siempre sucede así, porque simplemente está para digerirse con todo, aquí y ahora.
A veces pareciera que los días transcurren despacio, que ya nada nos sorprende y que los sucesos no nos maravillan. Sin embargo, llega un día en que vives momentos que te aceleran, que se presentan sin aviso, ni permiso y traen tal cantidad de ingredientes, que te muestran que es hora de liberar espacio para lo bueno y no quedarte a vivir en el trago amargo, por las propias decisiones tomadas.
Recuerdo que cuando dejé las cenizas de mi esposo en las cascadas, sentí que nuevos momentos llegarían, que ese adiós definitivo, me hizo dejar de procrastinar, cortar con un pasado y liberarme del sufrimiento que silenciosamente había cargado durante años.
Ahora les contaré que, en menos de dos meses viví tremendos sucesos: un accidente de tránsito que me removió todo lo que llevaba pensando y sintiendo, luego el “descubrimiento” de verdades que mi corazón había estado anunciándome por mucho tiempo, pero que solo las pruebas innegables, por fin me ayudaron a abrir los ojos; a continuación, la crisis laboral que me va mostrando, dónde mirar la belleza de lo irrefutable y para finalizar, la enfermedad producto de la pandemia que azota al mundo. Estos fueron los momentos con los que recibí al 2022.
Todos fueron llegando, uno tras otro, para mostrarme de lo que estaba hecha, para reconstruirme, así como el fénix, para volver a empezar desde esas cenizas y con más experiencia, para potenciar mi valor y energía.
Reconocer cada momento, lo que va dejando cada suceso y entender que la vida está compuesta de pequeños y grandes instantes, no me deja sino sorprendida. En medio del aprendizaje, que a veces con dolor llega y se transforma en el maestro más crudo e infalible, puedo decir que me llevo infinidad de cosas, lecciones que me ponen a prueba todo el tiempo, momentos que voy trascendiendo.
Muchas veces creí que las decisiones que inconsciente y conscientemente tomaba, me sorprenderían con un giro de 360 grados, quizás mi miedo al ver solo la telaraña en la que estaba, me hizo olvidar que yo era la araña que la estaba tejiendo.
Mi gran apuesta estuvo en un amor complicado (empiezo a creer que seudo platónico), que me trajo fuertes impactos. Quién diría que uno podría hacer esas elecciones en su vida, pero sí, así sucede y cuando pienso que las almas se eligen para vivir juntas experiencias terrenales de crecimiento, definitivamente esta idea encaja sin ninguna duda.
No hay nada como sentir que después de la tormenta, empieza a llegar la calma, pero solo lo hace, una vez que el cambio y la transformación entran a tu vida, una vez que te empiezas a despojar, de todo eso que crees que vino para castigarte, una vez que mutas cada uno de esos pensamientos erróneos y entiendes que todo absolutamente todo lo que vives, es producto de las elecciones que haces cada día, incluso tienen que ver, con la recuperación de la salud.
Hoy puedo decir “vida aquí estoy, muéstrame qué es lo que quieres enseñarme”. ¡“Universo sorpréndeme”!, fue la premisa que pronuncié el año pasado y ¡sí que lo hizo!
Ahora sigo aquí, más fuerte y con un poco más de sabiduría, digiriendo día a día, cada una de esas enseñanzas que la vida me va dejando con sucesos bien marcados. Hoy simplemente me Rindo (así con R mayúscula) al proceso de transformación y al universo, porque definitivamente mi alma, sabe lo que necesito vivir y aprender, para convertirme en la persona que se supone debo ser.
¡Hoy digo que sí!, y doy permiso a que algo fantástico suceda en mi vida…
Pienso. Creo. Escribo.
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