Escribo lo que pienso

Celebremos a mamá, haciéndonos cargo de nosotros mismos

Quizás una de las relaciones más vitales en nuestra existencia es la que establecemos con nuestra madre, no solo porque es quien nos da la vida, sino por todo lo que es capaz de construir y de deconstruir. Esta relación podría estar llena de amor y dedicación, de ausencia y complejidad o simplemente mostrarse como lo humana que es, con todos sus defectos y virtudes. Hay una gama infinita de posibilidades en la relación con mamá.

Los vínculos que se crean con ella, dejan huellas y marcas en nuestra vida. Cuánto de ella nos moldea como hijos y nos convierte en la persona que somos. Algunas veces nos hace fuertes y valientes, otras, nos llena de dudas y desaciertos. Entre la manera en cómo llevamos esa relación con nuestra madre y la formación que nos pudo dar, el reto es convertirnos en quienes realmente queremos ser.

He visto lo fácil que es endosar en ella, nuestros defectos y los mal llamados “fracasos”; y no tomar responsabilidad sobre ellos. Con ligereza muchas veces le achacamos lo que somos o lo que no somos.

Pensar en la persona que nos gustaría convertirnos, es un descubrimiento diario, donde la sanación del vínculo materno, es crucial para alcanzarlo. Decir que somos el resultado de lo que ella hizo o dejó de hacer mientras nos criaba, es una salida muy cómoda y poco responsable.

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Sanar el vínculo

En el mundo ideal, los hijos deberían nacer por decisión y convicción por parte de sus padres, pero lo cierto es que muchos llegan porque ya tocó, porque se chispoteó la cuenta o por si acaso; y para los creyentes porque “dios los manda”, entonces desde esta perspectiva, siempre habrá un vínculo condicionado a ese contexto. No tener la opción de elegir, siempre dictaminará la situación que esos hijos vienen a vivir, si es que no somos capaces de sanar el vínculo.

Desde una mirada sensata, la maternidad es una experiencia inmensa de aprendizaje para la vida, tanto para la madre, como para los hijos. Yo siempre me pregunté qué sería lo más difícil de ser mamá, me aterraba un parto normal y ni se diga una cesárea, pero ahora que el tiempo ha pasado, puedo decir que lo realmente aterrador, es fregar la vida de tus hijos y echarlos a perder.

He reflexionado tanto, en lo que significa “hacerte cargo de la vida de alguien más”; y bueno, te haces cargo, mientras te necesitan para sobrevivir, pero más allá de eso, que es meramente temporal, lo más complejo es formar personas. Recordemos que, en esta tarea, primero “te llevas el título” y luego aprendes la profesión.

Entonces acotando a lo dicho, creo que enseñarles a los hijos a “hacerse cargo de sí mismos y que aprendan a ser felices por sus propios medios”, es la lección más grande de amor que les podemos dar, pues si nos ponemos a pensar en lo que eso significa, nos ahorraríamos un sinnúmero de dilemas y complejidades. Creo que enseñarles a ser independientes, autosuficientes y sobre todo a ser libres emocionalmente, es lo mejor que podríamos hacer para ellos.

Enseñarles a que no nos necesiten, podría sonar duro, pero es lo que realmente se requiere, tanto como madres e hijos.

Mamá moderna que forma personas libres

Creo que para entender lo que significa formar personas, con pensamientos y sentimientos propios, que sean capaces de ser seres reflexivos y congruentes con lo que sienten, piensan, dicen y hacen, es necesario partir de tres cosas:

  1. Entender que los hijos no pidieron venir al mundo, y en ese sentido, vivir achacándoles todos los “sacrificios” realizados en su nombre, es crearles culpa.
  2. Romper con todos los pensamientos limitantes propios, para enseñarles a ser personas autónomas, de pensamiento, palabra y acción.
  3. Los hijos no nos pertenecen, solo somos sus guías.

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Madres e hijos

La relación madre-hijo, se construye desde las dos caras de la moneda, nunca termina, pero definitivamente contribuye al tipo de personas en quienes nos convertimos.

“Mi mamá hacía de padre y madre”, es una trillada frase que mucho se escucha. Desde mi propia realidad les diré que eso no es posible, pues la responsabilidad, el amor y la dedicación, es solo de la persona que lo hace, cumplir dos roles sería iluso. Y a esta le acompañan dos palabras más chocantes aún: “mamá luchona”, la clásica que intenta abarcarlo y cumplirlo todo, pero que en realidad se traduce en victimismo, por ende, forma hijos sufridores, con energías densas, que poco más y se sienten culpables por haber nacido.

Con una frase que, si coincido, es con la que dice “Solo cuando eres madre/padre, aprendes a ser hijo”, ya que desde ese momento es cuando se entienden muchas cosas, el porqué de otras tantas y solo ahí se puede dimensionar lo que significa ser madre.

Entender para perdonar y trascender, lo que haya en nuestra relación con mamá, amerita no sólo reflexión, sino la confrontación con nosotros mismos. Un primer paso es aceptar que hizo lo que pudo, con lo que tuvo en el momento que le tocó vivir. Agradecer por la experiencia vivida, que seguro deja mucho para que podamos evolucionar. Después de todo esto, y si somos madres, yo diría que, si les enseñamos a nuestros hijos a hacerse responsables de sí mismos, no haría falta ninguna otra reflexión.

Hacerse cargo de sí mismo, aplica no solo en los términos materiales, sino que empiezan por los emocionales y espirituales, para convertirse en personas libres y sensatas. He visto tanta gente rota, trastornada, decepcionada y perdida en el océano de su propia vida, que caben dentro de la frase: “los hijos son solo el reflejo de sus padres”. Entonces si podemos romper con todo eso, empezando por nosotros mismos, dejando de culpar o señalar a nuestras madres y padres y hacernos cargo de nuestra propia vida, reflejaremos precisamente eso en nuestros hijos.

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Celebrando la vida…

Para mí la maternidad llegó como un regalo a mi vida, porque me da la oportunidad de convertirme en un mejor ser humano cada día y sobre todo en esos instantes en que puedo conversar con mi hijo y encontrar en su mirada la ternura, la fortaleza y la infinita sabiduría con la cual me sorprende todos los días. El vínculo con mi madre, definitivamente me mostró en todo lo que puedo llegar a convertirme y todo lo que estoy aprendiendo ahora.

Entonces si algo podemos celebrar, es precisamente todas las enseñanzas que nos deja la experiencia de ser hijos, de ser madres y lo que la vida genera con eso. Y en medio de las complejidades que cada uno ha vivido, dar gracias, por haberlo experimentado, ya que de todo se aprende, porque en medio de los vínculos complejos es cuando más crecemos como seres humanos.

Quiero dedicar este artículo a todas esas madres que batallan día a día con su propia existencia, para trascenderla y formar seres humanos. Para todas aquellas que ya no están y para todas las mujeres que, sin haber engendrado, definitivamente son como una madre para muchos.

No podría dejar de lado a mi propia madre, a quien le estoy profundamente agradecida por todo su amor, esfuerzo y dedicación, por haber sido doblemente madre, cuando se convirtió en abuela.

Mi reconocimiento a esa maternidad deseada y por supuesto a quienes eligen día a día opciones diferentes.

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Pienso. Creo. Escribo.

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4 Comentarios

  1. Sandra Ruiz Gavilanes

    Excelente reflexión Pauly. Importante partir del reconocimiento de nuestra realidad, límites y fortalezas para cumplir con nuestros propósitos

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    • Paulina Vizcaíno

      Gracias por ser parte con tu lectura. Empezar por reconocer en nosotros nuestras propias acciones, pensamientos y sentimientos es el inicio de la verdadera transformación. Un abrazo.

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  2. Sandra Báez Montenegro

    Muy claro y precisoe tu artículo, gracias. Tiene muchos tópicos… El tema se presta para ello. Quisiera pedirte puedas profundizar en varios temas… Entre ellos el *sanar el vínculo con tus ancestras*. Será muy interesante!

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    • Paulina Vizcaíno

      Gracias por tu lectura. Claro que sí, será un gusto poder hacerlo. Un abrazo fuerte.

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