Muchas veces pedimos al cielo, al universo, a la vida misma, que nos mande una señal, una pista, alguna respuesta, a las inquietudes, interrogantes y problemas que nos aquejan.
Hoy quiero contarles que cada cosa, momento y sentimiento que están presentes en nuestros días, son la señal de lo que tanto venimos pidiendo.
Quizás el problema está en no darnos cuenta, actuamos por encima de todo eso, quedándonos en lo superficial, ignorando que es ahí donde reside la respuesta e inspiración a nuestra interrogante.
En estos días, he tenido la fortuna de poder sincronizar estas señales y encontrarme con esas personas y sentimientos, que son como ángeles en mi camino.
Cuando pides de corazón y extiendes un puente como vía, simplemente todo llega, no es por obra y arte de magia, no es coincidencia en la vida, ni mucho menos buena suerte, es una consecuencia de todo lo que somos y hacemos como personas, como seres de luz o de oscuridad.
Contar con alguien que nos escuche, que seque nuestras lágrimas, que entienda nuestro pesar, que comparta nuestras alegrías y tristezas, pero sobre todo alguien que vibre siempre junto a nosotros, puedo decir sin miedo a equivocarme, que es uno de los mejores regalos que nos puede ofrecer la vida.
De verdad, hay que pasar por momentos difíciles, por confusión, por soledad, por tristeza, para poder apreciar profundamente este regalo.
Hay un punto significativo que quiero resaltarlo para que se pueda entender mejor; y es que esas personas y circunstancias que son como ángeles en nuestro camino, son correspondientes a esa señal, a esa pista que pedimos y que atraemos, cuando podemos hacer una lectura trascendente y hasta filosófica de lo que nos sucede.
Desde esta perspectiva, quiero compartirles un pasaje profundo de mi vida, ya que después de vivir la muerte de una persona amada, especial y única para mí, pasé por innumerables facetas, tratando de obtener respuestas y de encontrar el norte que había perdido, con su partida.
Siempre pedía una señal, algo que me dijera hacia dónde debía ir y qué debía hacer. Me ha tomado un tiempo importante poder tener en claro, qué es lo que esta circunstancia, trajo como aprendizajes a mi vida.
Muchas veces me sucedió que no pude hacer una lectura clara, entre lo que sentía, decía y hacía. Hoy les digo, ¡qué fantástica es la evolución!, cuando nos entregamos a ella, cuando vivimos el proceso, pero, sobre todo, cuando escuchamos a nuestra voz interior.
Esa voz que muchas veces la silenciamos por miedo, por comodidad y por inseguridad, es la que realmente nos guía. Siempre digo que lo más fácil, es quedarte en donde estás, lo desafiante es salir de tu propio pantano, tomar decisión y trascender.
Con una lectura ordenada, clara y sincera que podamos hacer, dependerá lo que venga en nuestro futuro y aquí es donde puedo decirles que esa voz interior y esos ángeles en el camino, son fundamentales, para quitarnos la miopía.
En este trayecto podemos descubrir lo difícil que es cerrar un ciclo, de cualquier tipo que sea, pues implica no solo vivir un duelo necesario, sino hacer esa LECTURA FILOSÓFICA de lo que estamos pasando para darle un cierre real.
Tomarnos el tiempo para mirar nuestros sucesos, despojándonos del ego, del papel de víctima y tener la real convicción de que queremos trascender, es probablemente uno de los momentos más cruciales y fuertes que nos pondrá la vida.
Hay acontecimientos que definitivamente nos marcan para siempre, algunos provocan dolor y sufrimiento, cuando no hacemos reflexiones oportunas y una lectura clara del mapa de nuestra vida. ¡A veces nos perdemos en el camino!, pero esa es precisamente la señal que nos motiva a prender nuestra propia luz.
Me ha pasado que a veces olvido encenderla, pero siempre-siempre he podido encontrar el camino de regreso, he podido contar con esos ángeles, que no son alados precisamente, pero que también prendieron su luz junto a mí, para alumbrar más el trayecto.
A cada uno de estos ángeles en mi camino, tres en especial, quiero darles las gracias, no solo por acudir a mi llamado y encender su luz junto a la mía, sino por mostrarme que el camino, puede ser más sencillo y menos doloroso.
Gracias a todos ustedes por existir y llegar, para ser parte de mi vida.
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