Escribo lo que pienso

“De cara hacia nosotros mismos”

2021 06 05 21 58 38 490Entre las distintas necesidades de supervivencia humana, la soledad y el estrés que ha sido la compañía de muchas personas, la pandemia es un tiempo que nos obliga a mirarnos y ponernos de cara hacia nosotros mismos.

Si hablamos del promedio de la gente que está trastornada de una manera u otra, por todo lo que está pasando en el mundo y que ha trastocado su vida, a veces resulta inimaginable pensar en una pronta y real recuperación, pero si miramos desde otra perspectiva, esta podría ser también una gran oportunidad de superación.

Resulta increíble digerir lo que estamos viviendo, escenarios que inspiran hacer películas, series y documentales, en medio de un mundo tan tecnologizado como el actual, ha pasado más de un año de “nuestra nueva realidad”. En plena pandemia vemos situaciones tan ilusas y descabelladas, que habríamos creído en una tregua, pero no, miramos la continuación de las guerras entre países, gestiones políticas absurdas y mediocres, discursos trillados de autoridades, que no contribuyen ni siquiera a una mejoría anímica y cómo toda esta situación sigue sacando lo peor de la humanidad, en muchos casos.

El estrés que antes parecía solo un modismo, resulta que ahora tiene un protagonismo suficiente para llenar las consultas médicas, en temas tan elementales que se tornaron tan complejos, como no poder dormir, pensar demasiado, tener miedo a salir de casa y la posibilidad de volverte demente. Y ni hablar de las personas que han tenido que batallar solas, los momentos más duros o las personas que viven la “soledad en compañía”.

La pandemia pone a prueba nuestra fortaleza como seres humanos, no solo en el aspecto anímico y físico, sino como personas que piensan, sienten y son vulnerables. Aquellas noches que se tornaron eternas, en que sentimos que nos faltaba el aire, de pensar tanto en la respiración, angustias de todo tipo, días que iban y venían, sin ser más que solo eso: días pasando; cómo todo se detuvo y a la vez siguió su rumbo, una psicosis mundial que nos llevó en muchos instantes a pensar en lo que es realmente prioritario y fundamental en la vida, todo lo intangible y tan necesario para el equilibrio del estado mental y emocional, como una palabra de aliento, un gesto de cariño, la compañía, un abrazo y la tan ansiada cercanía de las personas que amamos.

Por un momento parecía que esta pandemia vino a limpiar el planeta, de tanta maldad y egoísmo, en su intento por llevarse el odio y la discriminación; sin embargo, después de varios meses, seguimos viendo que la humanidad no cambia y seguimos siendo los mismos.

Desde un análisis introspectivo, la pandemia también tuvo el matiz de oportunidad para muchas personas, no solo porque rompió para siempre con la rutina que llevábamos en nuestra vida diaria, sino porque nos ayudó a encontrarnos a nosotros mismos, nuestra fortaleza, coraje y energía vital, a conectar con lo más profundo de nuestro ser y obligarnos a optar por una transformación inevitable, pero positiva. A ser creativos y solidarios, a compartir y añorar a los que amamos. Pero por, sobre todo, a dejar de procrastinar.

El tiempo obligatorio, para estar a solas y no poder huir de todo lo que estábamos sintiendo y cargando emocionalmente, finalmente llegó; y con ello los propios cuestionamientos, los sentimientos enredados, por un lado haciendo todo lo posible por sobrevivir, por cuidarnos, pero también por resolver todo aquello que habíamos postergado, los anhelos, los conflictos familiares no resueltos, las inseguridades y hasta las penas, se hicieron más fuertes o por lo menos más notorias y sentidas en este tiempo.

Un año más tarde, muchas personas seguimos intentando trascender, lidiar con nuestros propios demonios y soltar todo aquello que ya no nos construye, tomar los aprendizajes para sanarnos y liberar nuestro sentido más energético y espiritual.

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Soy Paulina Vizcaíno y “Aquí Estoy”

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