Escribo lo que pienso

¿De qué carajos va el perdón?

me bnEn estos días me he visto avocada a reflexionar sobre el perdón, una palabra quizás tan simple y a la vez compleja, tan devaluada en algunas ocasiones y tan mágica y sanadora al mismo tiempo.

Desde las distintas opiniones de los entendidos en el tema, perdonar es un acto de amor por nosotros mismos, eso suena medio loco, pero es real, ya que significa la posibilidad de liberarnos y dejar de cargar con enojos, resentimientos y culpas. Mi maestro siempre dice que el perdón no se trata de que el “otro” lo merezca o no, sino entender que “yo” merezco tener paz. Entonces bajo esta misma perspectiva, cabe la frase “te perdono, no por ti, sino por mí”.

Pero ¿cómo se ve el perdón en realidad en la construcción de una relación diaria?, es la pregunta que me hice, con el afán de trascender una situación de dolor, para no llegar al sufrimiento. ¿Cómo verdaderamente se deja ir algo que ocupó demasiado espacio y tiempo en nuestra vida? ¿Se debe perdonar todo? ¿A quiénes perdonar?

Demasiadas preguntas para contestar, entonces empecemos por entender que el perdón no significa olvido, sino reconocer y aceptar los sentimientos que nos afectan y nos causan dolor. El perdón puede ser visto como un depurador, en dónde tienes la capacidad de elegir y continuar; de mirar e interpretar los hechos de una manera diferente. Sin embargo, a veces nos falta información y sensatez, para poder mirar las cosas desde otra perspectiva; y para vivir ligeros y continuar en la vida, podemos ejercitar el perdón.

Haciendo entonces un esfuerzo y un compromiso personal, ahora entiendo que el perdón es una decisión concreta, más allá de cualquier cuestionamiento, es liberarse emocionalmente de los efectos de la otra persona sobre uno mismo y sobre todo disuadir, que perdonar no significa abandonar la búsqueda de la justicia, sino romper con esas ataduras emocionales de los efectos de los actos del otro, en mí. La justicia, tanto divina como terrenal, sin duda llegan.

perdon3Perdonar desde mi perspectiva es la posibilidad de reconocernos en una circunstancia de vida, que trae aprendizajes y enseñanzas, que nos impulse a ser mejores personas, a aprender más acerca de nosotros mismos y sobre todo a agradecer por cada lección recibida. Y desde esta óptica les diré que el perdón que probablemente más me ha costado practicar, es el perdón hacia mí misma.

El perdón nos ayuda a reconocer quiénes somos realmente, el perdón es un proceso, un acto emocional y no racional, se hace con inteligencia espiritual, significa salir de ideas erróneas, como pensar que, “si no te perdono, estaré protegido o te estaré castigando”. El perdón es una invitación a mirar dentro de nosotros mismos.

A veces vamos por la vida actuando y creyendo en el cambio de las demás personas, lo cual además de iluso, es improductivo, lo que sí contribuye a nuestra propia paz, es entender que lo único que podemos cambiar es la forma en cómo vemos al “otro” y aceptar que las personas hacen lo que hacen, con lo que tienen y pueden; y que te dan lo que se dan a sí mismos.

Entonces yo diría que sí es posible perdonar todo y a todos, desde estas reflexiones, donde, además, podamos hacer un análisis de todo lo que le llevó a una persona, a cometer ciertos actos hacia nosotros, a traicionar, mentir, ofender, etc., y sin el afán de tomarnos las cosas de manera personal o caer en el papel de víctimas, este proceso significa, ponerse en el lugar del otro, imaginar lo compleja que debe ser su existencia, como para haberle llevado a cometer los actos que cometió.

corazon roto2En este punto cabe decir que el amor verdadero, es dejar ser al otro como es. Es aceptar su propio estado de consciencia y en este trayecto, es vital entender que perdonar no es aguantar, ni sacrificar, sino tomar responsabilidad de uno mismo. Aceptar que siento dolor, ya que ese es el aviso de que hay algo que debe ser sanado; y transmutar la culpa en responsabilidad, empezando por poner límites amorosos para con nosotros mismos.

El real perdón, está entonces, en perdonarse a uno mismo, por pensar que otros tenían el poder de secuestrar mi existencia con sus acciones, palabras y sentimientos. Por encima de todo, es entender que tenemos una voluntad capaz de lograrlo. Significa no señalar al exterior como el culpable, sino conciliar mis propios actos y resignificarlos.

Dada mi última experiencia, puedo decirles que el perdón es un acto de valentía, para entender que la verdadera ganancia, en medio de una situación dolorosa, es reencontrarte contigo mismo, aceptar las cosas como son y preguntarnos, quién quiero ser yo, con esto que estoy viviendo ahora. Este es un ejercicio de reconocimiento, que no se ve con una mente racional, ni intelectual, ya que vivir culpando, significa no avanzar y estancarse, por lo que es importante tener higiene mental, y mirar las cosas que hay que seguir trabajando en nosotros mismos.

Finalmente les diré que, perdonar a alguien se siente como si te despertaras de una pesadilla y de pronto empiezas a ver todo con claridad, entiendes que todos somos parte del todo, de la vida, te sientes generoso y abundante, conectado con la vida. A esto le llamo un acto de reconocimiento y celebración para nosotros mismos y con los demás, sabiendo que, en ello, solo podremos encontrar la paz y aprender más acerca de la vida y de nosotros mismos.

El perdón es la oportunidad de hacer las paces con nosotros mismos, de aceptar todo como es y trascenderlo, para poder vivir esa vida maravillosa que tanto merecemos, pero que solo la alcanzaremos, cuando aprendamos a ver en el perdón, un acto de gratitud por todo lo sucedido.

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2 Comentarios

  1. Xavier

    Excelente Pauly, vino en un momento adecuado. Te abrazo.

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    • Paulina Vizcaíno

      Xavy!! Me encanta que te haya llegado y aportado a tu vida. Abrazos a la distancia.

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