Cada vez que pienso, creo y escribo, tengo un motivo de profunda inspiración, de conexión con eso que me mueve en la vida, que me invita a explorar en lo más recóndito de mi ser, pero también aquello que amo y que definitivamente es parte de mí.
Hace 15 años la vida me dio un obsequio inmenso, una oportunidad para convertirme en una mejor persona y un compromiso eterno. Me convirtió en mamá.
Sé que la maternidad para muchas personas no es vista como un regalo y no juzgo su sentir, para cada persona, por cada situación y circunstancia, este hecho en la vida es diferente y se siente distinto, sin embargo, este acontecimiento como quiera que sea, marca nuestra vida para siempre.
Hoy les hablaré de lo que para mí significa, no desde el rol meramente dicho, sino desde el lado humano, desde lo emocional y cómo este ángel en mi camino, transformó mi vida.
Nunca imaginé mi vida con un hijo, de hecho, nunca lo planeé, pero sin miedo a equivocarme, puedo decir que llegó en el momento preciso. Luego de varias circunstancias por las que pasé, entendí que la vida escoge a los niños que deben venir al mundo. Ellos definitivamente traen un mensaje poderoso a nuestra vida, enseñanzas, retos y transformación.
Recibí el mejor regalo que un hombre pudo darme y aunque sé que es un regalo prestado, siempre me quedará la satisfacción de haber disfrutado cada momento, cada suceso, incluso aquellas cosas que nos causaron dolor, que nos sacudieron, porque todas y cada una de nuestras alegrías y dificultades, fueron y son un aprendizaje y una oportunidad de evolución.
Si tengo la fortuna y bendición, sé que en un tiempo más te veré hacer tu vida y tomar tu camino. Qué grandioso es ver cómo has crecido, todo lo que has aprendido y que por su puesto me has enseñado.
Cuando este ángel apenas llegaba a mi vida, supe desde que estaba dentro de mí, que me traería algo muy fuerte, probablemente lo que ocurrió tres años después, cuando perdimos a su padre, me empezó a dar muchas respuestas.
Fue increíble cómo después de un suceso así, encontré el amor incondicional, la motivación, la fe y aprendí tanto-tanto de mí: a defendernos, a sentirme capaz, a ser autosuficiente. En ese momento asentí aquella frase que profesaba: “Educa con el ejemplo”.
Supe desde ahí que todo absolutamente todo lo que yo haga con decisión, convicción y alegría, será bueno para ti, será mi legado y mi testimonio de vida, para hacerte crecer, para que tengas una vida sana y feliz.
Para quienes me leen y son madres y padres también, sabrán que nuestros hijos son prestados, son nuestra mayor prueba en la vida, nuestro reto y desafío. Sabrán también, que lo mejor que les podemos dar es nuestro propio testimonio de vida. Solo con nuestro ejemplo podremos enseñarles a ser, mejores seres humanos.
Estos 15 años que se cumplen hoy, me han llenado de intensa emotividad, me siento tan afortunada, de haber sido escogida, no solo para ser su madre, sino porque la vida me eligió a mí, para acompañarle en su camino y verle crecer. Sé que desde donde esté tu padre, está muy orgulloso del hombre en quien te estás convirtiendo.
Gracias entonces, a la vida por permitirnos ser y estar, a ti mi maravilloso ángel por ser mi maestro. Cada cosa y cada momento ha traído sus aprendizajes, unas gracias por eso también.
La vida nos escoge porque sabe que podemos y como dice mi mentor: La vida no nos traerá aquello con lo que no podamos lidiar.
La vida es generosa porque nos da obsequios grandes y maravillosos en el camino, muchos vienen envueltos de rostros y circunstancias, algunos otros llegan con dolor y desaciertos, pero todo absolutamente todo es producto de nuestro hacer, decidir y sentir.
Mi amado hijo, tu vida es una promesa, es una oportunidad también para mí, para mejorar cada día, por ti y por mí. Y creo desde esta perspectiva que lo mejor que puedo hacer, es enseñarte a ser feliz por tus propios medios, mi compromiso es hacerlo conmigo primero, porque solo así, podrás ver en mí, lo que tanto anhelo para ti.
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