Hacer un viaje al extranjero es sin lugar a dudas una experiencia única y maravillosa. Hacer un viaje hacia el interior de uno mismo, también llega con esa oportunidad de conocer nuevos destinos.
Partamos de hacer un alto necesario, para mirar lo que es fundamental en la vida: tener un propósito con claridad, renovar la energía y elevar el espíritu.
Qué ironía tan buena es descubrir que, desconectarte de todo y de todos, puede volver a conectar con la persona más importante en tu vida: tú mismo.
Yo le llamaría a esta gran epifanía que he tenido, el camino de vuelta a la felicidad, porque conduce inevitablemente a encontrar dentro de uno mismo la fuerza y el amor, no solo para resistir y sobrevivir a la particular rutina y todos sus «encantos», cuando el disfrute y el paseo terminan, sino para volver a la propia esencia y sacar una mejor versión, quizás más consciente y elevada.
Soltar y dejar morir los viejos hábitos y formas de ser, sentir y pensar para nacer en lo nuevo, cuando sentimos que es tiempo de trascender, es un regalo que llega con un viaje y con esa reflexión, desde el lado humano y vulnerable.
Alinear lo que crees con lo que quieres, para tomar acciones que te conduzcan a ello, es el reto más fuerte para el espíritu, porque pone a prueba nuestra valentía y desafía al ego.
La verdad es que necesitamos vivir experiencias llenas de energía pura y tantita adrenalina. Viajar permite establecer esa conexión con nosotros mismos y llenar con nuestro propio ser, todos esos vacíos percibidos.
He podido hacer la mejor inversión, que simpáticamente llegó con un ticket aéreo: el encuentro conmigo misma.
El primer viaje al extranjero me condujo al mejor lugar al que podría llegar, que me ofreció infinitas posibilidades: «mi yo interior».
Pienso, creo y escribo, desde todo aquello que me toca en lo más profundo y con especial énfasis en este octubre, mes en que cumplo años y que hace un tiempo atrás cambió mi vida radicalmente.
Gratitud a la vida y al universo, por haberme llevado y traído, ¡sana y salva!, por ayudarme a recordar lo mejor que hay en mi, poniéndome a prueba en muchos aspectos, con este regalo y experiencia llamada viaje.
Gracias también a quienes compartieron antes, durante y después, conmigo esta alegría. A quienes me cuidaron, tomaron mi mano y me dieron su amistad, cariño y apoyo, en Ecuador y en Panamá.
Desconectarte para conectarte contigo misma.
Excelente mi Paulinucas