Despertar y mirar hacia dentro, es una reflexión que me lleva no solo a empezar a entender muchas cosas, acciones y sentimientos, tanto míos como los de las personas que me rodean.
Leí un meme en estos días que decía: “Si ya has despertado y ves cómo duermen los demás a tu alrededor, entonces camina en puntillas, respeta su sueño”. Desde una perspectiva muy “típica” y superficial, pensaríamos que es un acto de egoísmo, pero la verdad es que cada quien, despierta en un tiempo perfecto y hasta divino.
Confieso que en esta última época batallé profundamente, no solo con mi propio despertar, sino con el sueño de algunas personas a mi alrededor, las más cercanas y a las que amo, creí que podría motivar un despertar desde la palabra dicha, desde mi propia acción, desde el contacto y la reflexión permanente, pero lo cierto es que en este intento del “despertar inducido”, no solo que no logré mi propósito, sino que, además, salí conflictuada con mi propio proceso.
A veces creemos que al tratarse de las personas que amamos, deben hacer las cosas a nuestro ritmo, bailar a nuestro son y hasta pensar y sentir como nosotros, esta es una creencia, que muchas veces está oculta dentro de nosotros mismos y es por eso que de ahí nace la frustración, el desobligo y finalmente, una gran diferencia que termina por separarnos, cuando no lo conseguimos.
Es perfecto el sueño y el despertar de cada uno, al propio ritmo, deseo y ganas de lograrlo, porque debo decirles, que mientras más se intenta cambiar o transformar a alguien, eso es un gran desperdicio de nuestra propia energía, lo cual en “palabras mágicas”, diría que es un “maleficio imperdonable”.
Les revelo que he sido víctima de mis propias expectativas, a veces han sido tan altas, que por eso la caída ha sido tan fuerte y les diré desde estas breves líneas, que lo mejor y más sano que podemos hacer, es entender que no podemos cambiar a las personas, que no es nuestra tarea hacerlo y mucho menos creer que los sentimientos, pensamientos y acciones deben ser recíprocas. A la única persona que podemos y estamos llamados a cambiar, es a nosotros mismos.
Los seres humanos, tenemos la manía de querer cambiar a los otros, de juzgar a los otros, de querer que todo y todos sean, crean, piensen, sientan y actúen como nosotros. Quizás un patético ejemplo de esto, es lo que nos muestra la política todos los días.
Encontrar personas que vibren con nosotros y a nuestro nivel, es no solo, la posibilidad de sentirnos libres, crecer y ser nosotros mismos, yo diría que, además, es una suerte de “match” energético, que logra inspirarnos a ser mejores personas cada día.
Por lo contrario, ustedes habrán sentido cómo las personas, los espacios y hasta las situaciones, que tienen una energía, que no vibra más con la nuestra, nos aleja y ahuyenta de manera inmediata. En este punto de mi vida, les diré que ese sentimiento que esto produce, es como una guía sabia y profunda, a la que hay que escuchar, pues creo que es nuestra alma alertándonos y cuidándonos, es algo así como una brújula emocional, que guía nuestro camino.
Alejarnos de las situaciones y las personas, incluso cuando ellas sean nuestra familia, nuestros amigos y hasta nuestra pareja, es doloroso, es complejo, pero por experiencia propia les diré, que cada vez que intenté con todas mis fuerzas, quedarme y mantener a mi lado a personas, que no vibraban, ni estaban en mi misma sintonía, la vida me sacó a patadas de esos lugares, me mostró con hechos dolorosos que debía salir y alejarme de ahí.
Entonces, ¿qué es lo mejor que podríamos hacer por nosotros mismos?, simplemente, escucharnos y despertar hacia dentro. Este es un verdadero acto de amor por nosotros mismos.
Mirar todo eso que estamos pensando y sintiendo, tomar distancia de todo lo que ya no nos construye y dejar de buscar la aceptación, el anhelo y el amor en lo externo y en los otros.
¿Cuál es el mensaje entonces? Rodearte de personas que vibren como tú, que se identifiquen con tus valores más profundos y sobre todo y lo más importante, dejar que los otros vivan y hagan su propia experiencia, que experimenten su propio proceso y que despierten a su tiempo, incluso cuando eso signifique no estar más junto a esas personas, o como dice mi maestro “amarlos de lejos”.
Hoy les diré que, a la final, ese alejamiento y separaciones que al principio se ven y se viven como si fueran el fin del mundo, como algo de lo que nunca te repondrás, en realidad no es tan malo, es una experiencia fuerte, de crecimiento, de amor propio, de confrontación contigo mismo, para lograr descubrirte, encontrarte y entender que el verdadero amor, se entrega y se recibe sin condiciones, porque la energía que de ahí se desprende, te maravilla, te eleva y te inspira a trabajar por tu mejor versión cada día.
A propósito del día del amor y la amistad, quiero decirles que el amor verdadero, más puro y sincero, está dentro y para nosotros mismos, a veces no es fácil de demostrarlo y a veces hasta sentirlo, pero es el único que siempre será incondicional. Ser fieles a nosotros mismos, estar para nosotros, escucharnos y darnos permiso de sentir, es la posibilidad real de poder ser y estar para los demás.
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