Mirarnos reflejados en el otro, suena extraño y poco sencillo de entender; y ni se diga de asumir como una realidad. Quién diría que podríamos vernos reflejados, con defectos y virtudes en el “otro”, tal y como un espejo que solo muestra lo que somos.
Entender la teoría del “espejo”, desde la psicología, es una gran ayuda, para intentar conceptualizar y digerir el tema, sin embargo, les diré que solo después de entender el concepto y transportarlo a la práctica, es cuando realmente se puede dimensionar de qué mismo se trata.
Desde la psicología, el efecto espejo es aquello que nos desagrada del otro y a la vez es lo que no nos gusta de nosotros mismos. Analiza la personalidad del ser humano en cuatro matices: 1) los demás nos reflejan algo nuestro que no queremos ver o aceptar, 2) lo que nos molesta de alguien nos refleja lo contrario de cómo somos, 3) cuando queremos controlar o manipular al otro teniendo expectativas egoístas y 4) cuando sin darnos cuenta estamos haciendo lo mismo a terceras personas.
Desde mi perspectiva les diré, que el efecto espejo, ha sido algo inmensamente revelador, me ha permitido reconocer poco a poco, todo aquello que es necesario trascender, empezando por valorar en mí todo eso que valoro en los demás y ni se diga, en el intento de cambiar en mí, todo eso que me “molesta” del otro.
¿Qué es reflejarse en otra persona?
Desde las leyes universales, explicadas en el Kybalión, bajo el principio de correspondencia, se dice “como es adentro es afuera”, lo que significa que, todo lo que creamos conserva nuestra misma naturaleza, donde el mundo exterior es el producto de mi mundo interior. Entonces, cuando miramos al mundo, no es como realmente es, sino como queremos verlo, desde nuestras propias creencias y a veces ideas limitantes.
Aprendiendo a mirarme reflejada en el otro
Mi mentor, a quien bauticé como “la luz en mi camino”, siempre dice que “el mundo es como un espejo que te muestra lo que eres contigo mismo”. Esta sin duda es una invitación desafiante a mirarnos hacia dentro, en ese complejo ejercicio de vernos en el otro, reflejados como un espejo.
¿Cómo mirarme hacia dentro, si estoy viéndome reflejada en el “otro”? Esa me resultó una pregunta interesante, que, tratando de responder, les diré que es ahí donde viene la magia de convertir todo eso que creemos que le pertenece 100% al otro, en lo que realmente nos pertenece a nosotros mismos.
Es sencillo endosarle al otro los defectos y sentir que todo en el otro nos molesta, pero se han preguntado, ¿cuánto de esa aparente molestia, en realidad es solo nuestra?
Desde mi propia y reciente experiencia de aprendizaje y evolución, les contaré que solo cuando empecé a ver hacia dentro de mí misma, es cuando encontré las respuestas, la razón y el perdón.
Todas nuestras vivencias y aprendizajes, pasan por el embudo de nuestra autoestima y amor propio; y solo ahí es cuando el espejo realmente funciona, cuando somos capaces de hacer una pausa y preguntarnos: ¿qué es realmente lo que me molesta?, a la final, el “otro”, solo es un reflejo de nosotros mismos, que nos muestra todo eso que debemos cambiar y trabajar en nosotros mismos.
¿Cómo funciona ese extraño, pero sabio espejo?
La proyección es un mecanismo de defensa por el que uno le atribuye a otras personas las propias virtudes o defectos, incluso las carencias. Al igual que hay partes de nuestra imagen que no nos agradan en el espejo, encontramos reflejos de personalidad en el otro, que no nos motivan o inspiran. Y es porque las identificamos en nuestra propia personalidad, allí en un lugar que queremos ocultarlo, no solo de los demás, sino de nosotros mismos. Aquello que nos desagrada del otro, es lo que no nos gusta de nosotros mismos.
Tanto aquellos a quienes amamos, como aquellos por quienes sentimos rechazo, son espejos de nosotros mismos.
Conjugando el verbo reflejar…
Las personas que tienen características similares a las nuestras, provocan que queramos estar en su compañía, porque sentimos que, al hacerlo, nosotros podemos manifestar más de esas características.
Del mismo modo, sentimos rechazo hacia las personas que nos reflejan las características que negamos en nosotros mismos.
En conclusión y hasta aquí, esto significa que, si sentimos, una fuerte reacción negativa hacia alguien, puedes estar seguro de que tú y esa persona tienen características en común, características que no estamos dispuestos a aceptar. Si las aceptáramos, no nos molestarían.
Qué tremendo me resultó entender esto, pues cada relación se convierte en una herramienta para evolución de nuestra consciencia. Les diré inclusive, que conjugando el verbo “reflejar”, lo que en algún momento parece algo terrible en nuestra vida, de lo que nunca nos repondremos, es simplemente perfecto y maravilloso, no necesariamente en el punto más doloroso y crítico, pero realmente el aprendizaje llega, y con ello el estado elevado de nuestra consciencia. El “otro” ayuda a reflejar lo que llevamos dentro.
Solo cuando podamos reconocernos en el otro, será mucho más fácil establecer contacto con él y, a través de esa conexión, descubrir la consciencia de la Unidad.
En este preciso momento en que, en mi país, se vive una revuelta social violenta, me puse a pensar cuánto de cierto hay en el efecto espejo, qué inmenso es el ego de cada una de las partes que ahora se enfrentan.
Desde lo que yo pienso, creo y escribo, hoy doy gracias a todos esos espejos que llegaron a mi vida, brindo por los que están llegando y los que con su reflejo, me enseñaron a soltar, a trascender y a cuestionar. Porque ningún reflejo es mera coincidencia, sino una oportunidad, para convertirnos en mejores seres humanos.
0 comentarios