Cuando las emociones nos invaden, parece casi imposible en ese preciso momento intentar detenerlas si son desagradables, pero qué cortas y fugaces resultan cuando son excitantes y alegres.
Creer muchas veces que se trata de una dualidad, no siempre es lo más acertado, la verdad es que somos un cúmulo de momentos, diversidad y hasta un verdadero coctel.
Lo que verdaderamente logrará marcar una diferencia, es aceptar a cada emoción con todo lo que trae y todo lo que es. Alguna vez se han puesto a analizar ¿cómo es que tenemos la capacidad de sentirnos profundamente abatidos algunas veces y otras, inmensamente alegres? Yo sí, me he visto fascinada con esos instantes de transformación, que nos elevan y otros que nos traen por los suelos.
Evidentemente el análisis de las emociones llega en un momento de calma y valiosa serenidad. El sosiego no es gratis y el dominio de uno mismo tampoco, pues definitivamente hay que trabajar duro para conseguirlo.
“Elegir una actitud de aceptación, paciencia y gratitud”, es un verdadero reto, que requiere de sensatez, fortaleza y humildad. Un importante episodio en estos días, me puso a prueba precisamente y fue ahí, donde esta frase, me llegó en lo más profundo.
Muchas veces decimos que hemos aceptado lo que nos sucedió, prometemos que tendremos paciencia e intentamos ser gratos con todo lo que un conflicto nos trae. La verdad es que cada una de estas 3 palabras, se construyen por separado y solo se van juntando en el camino de nuestra vida, cuando este deja de ser sinuoso.
¿Por qué nuestro camino sería sinuoso?, simple…porque no elegimos una actitud de aceptación, porque no somos pacientes (más que en una sala médica) con nosotros mismos y mucho menos sentimos gratitud por el conflicto.
Afortunadamente el universo nos pone a personas, situaciones y momentos, para que nos reconforten, nos acompañen y alegren los días, otras para aprender, crecer y transformarnos. Entre mis mensajeros alados y mis acompañantes terrenales, debo decirles que mi último episodio, puso a prueba toda mi intención de elegir una actitud de paciencia y por fortuna estuvieron ahí para apaciguarme. Yo me pregunté luego de ese diálogo, qué implica elegir una actitud de aceptación, paciencia y gratitud.
Mi respuesta, aún se encuentra en construcción, pero les diré que un buen inicio, fue recordar que no tengo sino solo el presente para hacer o dejar de hacer, que el pasado solo evoca sabiduría y el futuro aún es una promesa.
Entonces desde la ubicación del presente les diré que es increíble, cómo cuando nos queremos sentir víctimas de las personas y las situaciones, nuestro ego sale a flote para defendernos, de la manera más burda muchas veces, haciéndonos decir cosas y reaccionar desde lo visceral.
Cuando nuestro ego resulta herido, no hay fuerza que lo calme y le haga ver otra realidad. En mi propio choque de emociones, pude ver y sobre todo sentir, cómo en fracciones de segundos, nos transformamos en alguien que no somos.
La clave entonces está en hacer un trabajo diario, pero sobre todo una ELECCIÓN, para que el momento en que estamos viviendo un conflicto, una duda, una desilusión y ni hablar de un desamor, tengamos la suficiente valentía, o como se dice trivialmente por aquí “los huevos bien puestos”, para poder elegir: aceptar que todo es como es, para tener paciencia y encontrar las alternativas necesarias; y alcanzar la gratitud, por todo lo que ese huracán trajo.
Resulta inmensamente desafiante y a veces poco atractivo desde nuestro ego, entender desde dentro, asimilar desde la práctica, que el “otro”, no nos debe nada, no nos hace nada y que simplemente resulta ser nuestro espejo. Bien dice la frase: “todo lo que nos molesta del otro, es algo que debo sanar en mi”. Tanta sabiduría encapsulada en una frase, a veces nos queda demasiado grande.
¿Quién podría agradecer por sentir dolor?, ¿quién pensaría en tener paciencia en un momento en que el ego se desborda con todo lo que “te dicen” o “te hacen” ?, ¿quién elegiría aceptar, que un conflicto viene para sanarte, para hacerte evolucionar? Quién diría que todo eso es necesario para trascender, para aceptar y soltar, a las personas que un día amamos, a las personas con quienes compartimos. Simplemente, esto es un desafío de crecimiento personal.
El trabajo de evolución es diario y permanente, porque la vida es ese juego de progreso y no de perfección. Y desde esta consigna, empiezo por agradecer, que cada día llega como una oportunidad, para volver a empezar, para poner en práctica lo aprendido y ayudarnos a ser nuestra mejor versión cada día.
Aceptar es realmente poderoso, ya que es el inicio de la verdadera transformación y está solo en nosotros poder elegir y mirar que, un conflicto puede ser nuestro verdadero trampolín y un catalizador para ser esa “mejor versión de nosotros mismos”.
Entonces: aceptación por lo que es, paciencia con nosotros mismos y nuestro proceso de evolución y gratitud por cada aprendizaje recibido.
Pienso. Creo. Escribo.
0 comentarios