Escribo lo que pienso

Entre la vida y la muerte

El mundo cristiano conmemoró el día de los muertos y después de haber visto los exteriores de los cementerios abarrotados de gente, no pude dejar de pensar en lo diferente que es para quienes no acudimos a estos lugares a “ver” o “visitar” a nuestros seres queridos que partieron, no solo porque no existe un lugar físico a dónde ir, sino porque, además, el sentido de visita como tal, y sin ánimo de ofender a nadie, es un acontecimiento algo incongruente.

Para muchas personas, probablemente dedicar un día al año, para recordar o verse en el compromiso de “visitar” a sus muertos es sin duda muy importante, sin embargo, yo quisiera hacer algunas apreciaciones.

muerteHablar de la muerte significa abordar lo amplio y complejo que tiene cada mundo interno que llevamos dentro, no solo por la diversidad de sus propios aspectos, sino por las diferentes perspectivas con que podemos mirar cada uno de esos puntos relacionados a la muerte.

Hay quienes  intentan entender la muerte sin haber vivido una “pérdida”, otros lo vivieron de manera trágica, algunas personas buscan tener respuestas, hay quienes se niegan a aceptarlo y hay incluso personas que han muerto en vida.

Visitar tumbas parece darle alivio a mucha gente, para otras personas podría convertirse en una carga y para quienes no tenemos esa costumbre, probablemente el sentimiento de libertad y paz nos invade. Lo cierto es que cada quien vive y digiere este suceso como más puede y quiere, lo que es válido y necesario para irlo asimilando.

Les diré que lo más complejo para mí, fue intentar entender la muerte desde lo emocional, nunca olvidaré, además, cómo fue explicarle a un niño de 3 años, desde la verdad y no desde la fantasía, que su padre había muerto.

Aceptar la muerte de un ser querido, desde el plano psicológico es un tanto más complejo aún, porque implica digerir día a día esa ausencia, soltar el apego y trascender muchos sentimientos más. Encajar el pensamiento con la emoción, fue el desafío más grande para mí.

Quizás un aspecto muy complejo en el entendimiento como tal de la muerte, es nuestra propia cultura, que está llena de imposiciones, ataduras, juzgamiento, culpas y prejuicios. Yo recuerdo que cuando tomé la decisión de cremar a mi esposo, muchas personas se escandalizaron, otras me criticaron y a la final, ninguna de ellas se quedó para acompañar el proceso.

Pero un aspecto que en realidad cabe mencionar, es la forma en cómo miramos a la muerte, siempre como algo separado, una tragedia y una desgracia. Jamás nos enseñaron a entender que la muerte es parte de la vida y que el tiempo que tenemos en este mundo es finito, por lo que podríamos valorar más cada día, porque cada vez el tiempo que nos queda, es más corto.

flores

La muerte se hace difícil de entender y aceptar desde mi perspectiva, precisamente porque la relacionamos con lo malo, con el dolor y el sufrimiento, pero si nos ponemos a ver objetivamente este tema, en realidad tiene que ver con nuestro propio egoísmo.

Egoísmo porque no queremos vivir sin esas personas, porque nos negamos a aceptar que se han ido, ¡como si eso ayudara en algo! No queremos pasar por el dolor de enfrentar un duelo y solo después de que entendemos que no hay otra opción, empezamos a mirar todo desde otra perspectiva.

Muchas veces me pregunté ¿por qué a mí? ¿por qué a él? Y hoy, 12 años más tarde (sí que me tomé tiempo), al fin entendí que siempre hice la pregunta incorrecta, pero más allá de eso, hoy puedo decir que, cuando la muerte se lleva a alguien amado, no se trata de un castigo, sino de una experiencia más, que nos queda para trascender a quienes aún nos regalan un poco más de tiempo, en este viaje llamado vida.

Aprendí que el tiempo no cura las heridas, sino solo un cambio de perspectiva, porque como dice mi maestro, las personas no nos pertenecen y no podemos hablar de una “pérdida” como tal.

Desde mi propia experiencia puedo decir que no hace falta visitar un espacio frio y vacío, ni publicar mensajes para nuestros muertos en redes sociales, no juzgo a quienes lo hacen, pues si eso les trae paz y felicidad, ¡está perfecto! Yo prefiero hacer una visita y una conversación interna, no en un día en particular del calendario, sino cada vez que lo necesite, porque celebrar la vida de alguien amado, es sin duda alguna, el mejor tributo que podemos hacer.

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Soy Paulina Vizcaíno y “Aquí Estoy”

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