Una vez vi una película llamada “Qué esperar cuando estás esperando” y aunque se trata sobre la maternidad y paternidad, yo quiero aprovechar este título, para hablarles de lo que esto significa para mí literalmente y no en lo cinematográfico.
Desde hace un par de años atrás, empecé a cuestionar esta frase, desde el estado anímico, que empezaba a ocasionarme conflicto. Después de pasar por una pérdida significativa en mi vida y luego vivir una relación difícil, compleja y dolorosa, pude darme cuenta de que definitivamente la “espera, desespera”, tal y como lo dice la frase coloquial.
A veces los escenarios pintan bien, parecen prometedores y eso hace que muchas veces y dependiendo del momento en el que nos encontremos, empecemos a creer que es ahí el lugar, el camino y la “espera” por algo “grande”.
Lo cierto es que no es lo mismo esperar vs. no tener la seguridad de qué querer. En medio de todo este confuso dilema, nos sucede que empezamos a tener expectativas, a esperar que algo externo suceda para ser felices o que alguien llene y cumpla nuestros anhelos.
He aprendido en este tiempo, que esto definitivamente no sucede y no es una buena idea esperar a que se cumpla una expectativa, lo único que podemos hacer, es trabajar desde nosotros mismos, ya que solo ahí encontraremos las respuestas, el refugio, el amor y todo lo que requerimos para cumplir con nuestros sueños, sin esperar que algo o alguien más venga a darnos u ofrecernos eso que tanto deseamos, porque al final de cuentas, esas expectativas no se cumplen.
El ego que es parte de nosotros mismos, que está ahí, para hacernos vivir la dualidad y con ello aprender a conocernos, es ese personaje que siempre se encarga de crear las expectativas, de hacernos mirar desde el “yo” y es el que precisamente nos pone en estas situaciones de “esperar y tener expectativas”.
Desde esta exposición les diré que precisamente “esperar” y “tener expectativas”, me trajo decepción y sufrimientos, que ahora sé fueron innecesarios como tal, pero también útiles en la medida que me permitieron evolucionar para aprender más sobre mí.
Quiero hacer una distinción importante en este punto. Y es que una cosa es tener expectativas desde la necesidad y los vacíos emocionales propios y; otra muy distinta es tener un proyecto de vida y un compromiso. Lo que reflejemos en nosotros y en los demás, será determinante a la hora de sentirnos en paz con nosotros mismos.
“Esperar” es tan común y a la vez desconocido, ya que la mayoría de personas responde frente a una decepción o inconformidad con la frase “es que no cumplió mis expectativas”, como si las personas viniéramos a jugar ese papel en sus vidas. Qué fácil es depositar en el “otro”, una responsabilidad que es solo nuestra.
No les ha sucedido que cuando alguien llega y les dice: “yo quiero y espero esto de ti”, inmediatamente nos sentimos bajo presión, dependiendo claro está, de qué persona sea y de qué situación se trate, para ponernos a hacer cosas, a esmerarnos sin sentido, solo por cumplir las expectativas de alguien más.
Yo les pregunto ¿cuántas veces dejaron de cumplir sus sueños y de pensar en ustedes mismos, por cumplir las expectativas de alguien?
¿Qué esperar entonces, cuando estás esperando? Simple: nosotros somos los dueños de nuestra propia vida y como dice mi maestro, se trata de aprender a darnos a nosotros mismos, todo aquello que nos haga felices, que nos haga sentir plenos y en paz.
Las expectativas siempre estarán ahí, para recordarnos todo lo que poco a poco hemos ido aprendiendo, sobre nosotros mismos, sobre la vida, sobre las personas, sobre las relaciones.
Las expectativas que no se cumplen y que con dolor y decepción nos muestran, que la gente simplemente hace cosas por sus propios vacíos emocionales, es una fuerte experiencia y enseñanza, que cuesta mucho trabajo digerirla, porque siempre nos aferramos a las cosas, a las personas y a las situaciones como quisiéramos que sean, más no como realmente son.
Cada vez que tengo una nueva expectativa en mi vida, recuerdo todas aquellas que vinieron para darme un mensaje, esas con las que sufrí por mi propia interpretación de las cosas, recuerdo a esas personas que llegaron a mi vida con sus promesas y palabras, pero que con sus acciones borraron todo eso y gracias a ello, pude abrir los ojos y descubrir todo este maravilloso mundo interno que ahora llevo, que cada día me sorprende y me conflictúa, para enseñarme, que lo único que puedo esperar mientras espero, es a mí misma, con el compromiso de ser una mejor persona cada día.
0 comentarios